Parece que un actor de Hollywood tiene que dedicar su plano personal a perderse en antros de vicio y perdición, casarse y divorciarse de manera compulsiva y visitar de vez en cuando alguna que otra clínica de rehabilitación. Sin embargo, existe un grupúsculo no tan reducido que prefiere llevar una vida sana y practicar penetraciones de otro tipo. Es el caso del deseado Leonardo Dicaprio, que hasta hizo una peli con bastante enjundia con el baloncesto como protagonista (Diario de un rebelde, 1995) con el título original The basketball diaries.
Mucho más vehemente era la interpretación del 'coach' Nick Nolte en Ganar de cualquier manera (1994), filme que ahondaba en la parte oscura del baloncesto universitario, las manipulaciones, los chantajes emocionales y el dinero como antídoto de las emociones (recordar a un lacónico y delgadísimo Shaquille O' Neal con Penny Hardaway como compañero en el equipo de la película y en el Orlando Magic de la época). Nolte es la excepción que confirma la regla, demostrando que el alcohol de Palm Beach es compatible con el cinco contra cinco.
Hablando de mentores con personalidad, memorable fue el papel de Samuel L. Jackson en Coach Carter (2004). El filme está inspirado en la vida real del controvertido entrenador de baloncesto Ken Carter, que en su segundo año en el Instituto Richmond de California, y con un equipo imbatido con 13 victorias, decidió que sus jugadores no jugarían los siguientes dos partidos y en su lugar estudiarían para los exámenes trimestrales por el bajo nivel académico que tenían.
Dicaprio, Nolte y Jackson se unen a dos pillos del mundo actoral americano en su devoción por el deporte de la canasta: Woody Harrelson y Wesley Snipes, que no necesitaron dobles para protagonizar Los blancos no la saben meter (1992), metiéndose de lleno en el playground de apuestas, pistolas y dólares. La vida sigue siendo maravillosa para Snipes, que continúa saltando con rebote incluido en la saga Blade.
Pero hay dos referencias básicas en la canasta de celuloide y ambas coincidieron con la época dorada de la NBA hecha carne en Magic, Bird, Jordan, Ewing, Barkley, Drexler, Dr. J, Wilkins, English, Thomas y Abdul-Jabbar. Hablamos, of course, de Teen Wolf, De pelo en pecho (1985) y Hossiers, más que ídolos (1986). La primera es la enésima representación del sueño americano con el eterno adolescente Michael J. Fox demostrando que la individualidad (peluda o no) en la cancha no sirve de nada (que aprenda el 'ex-wolf' Kevin Garnett).
La segunda es, posiblemente, la mejor película que se ha hecho nunca sobre basket, con actores vigorosos y visos de drama de altura. Sólo hay que recordar el elenco: Gene Hackman, Barbara Hershey, Dennis Hopper... Una oda al baloncesto profundo, de tableros de madera y público entregado. Tampoco hay que olvidar Una mala jugada, de Spike Lee, descubriendo a Ray Allen.
Hay otras pelis menores como Eddie (1996) con Whoppie Goldberg como surrealista entrenadora de los Knicks o Air Bud (1997) con Perro 'Robinson' como estrellita. Otros títulos canasteros son Hoop Dreams, El Sexto Hombre, Space Jam, Amor y baloncesto, Camino a la gloria, Una tribu en la cancha, Una pandilla de altura (con su secuela), etc... Y desde aquí, pido una peli de basket para Scott Speedman, protagonista de Underworld, que se recorrió Estados Unidos con su coche parando en todas las canchas que se encontraba por el camino y jugando con los habitantes del lugar. ¡Eres mi ídolo, Hombre Rápido!
Mucho más vehemente era la interpretación del 'coach' Nick Nolte en Ganar de cualquier manera (1994), filme que ahondaba en la parte oscura del baloncesto universitario, las manipulaciones, los chantajes emocionales y el dinero como antídoto de las emociones (recordar a un lacónico y delgadísimo Shaquille O' Neal con Penny Hardaway como compañero en el equipo de la película y en el Orlando Magic de la época). Nolte es la excepción que confirma la regla, demostrando que el alcohol de Palm Beach es compatible con el cinco contra cinco.
Hablando de mentores con personalidad, memorable fue el papel de Samuel L. Jackson en Coach Carter (2004). El filme está inspirado en la vida real del controvertido entrenador de baloncesto Ken Carter, que en su segundo año en el Instituto Richmond de California, y con un equipo imbatido con 13 victorias, decidió que sus jugadores no jugarían los siguientes dos partidos y en su lugar estudiarían para los exámenes trimestrales por el bajo nivel académico que tenían.
Dicaprio, Nolte y Jackson se unen a dos pillos del mundo actoral americano en su devoción por el deporte de la canasta: Woody Harrelson y Wesley Snipes, que no necesitaron dobles para protagonizar Los blancos no la saben meter (1992), metiéndose de lleno en el playground de apuestas, pistolas y dólares. La vida sigue siendo maravillosa para Snipes, que continúa saltando con rebote incluido en la saga Blade.
Pero hay dos referencias básicas en la canasta de celuloide y ambas coincidieron con la época dorada de la NBA hecha carne en Magic, Bird, Jordan, Ewing, Barkley, Drexler, Dr. J, Wilkins, English, Thomas y Abdul-Jabbar. Hablamos, of course, de Teen Wolf, De pelo en pecho (1985) y Hossiers, más que ídolos (1986). La primera es la enésima representación del sueño americano con el eterno adolescente Michael J. Fox demostrando que la individualidad (peluda o no) en la cancha no sirve de nada (que aprenda el 'ex-wolf' Kevin Garnett).
La segunda es, posiblemente, la mejor película que se ha hecho nunca sobre basket, con actores vigorosos y visos de drama de altura. Sólo hay que recordar el elenco: Gene Hackman, Barbara Hershey, Dennis Hopper... Una oda al baloncesto profundo, de tableros de madera y público entregado. Tampoco hay que olvidar Una mala jugada, de Spike Lee, descubriendo a Ray Allen.
Hay otras pelis menores como Eddie (1996) con Whoppie Goldberg como surrealista entrenadora de los Knicks o Air Bud (1997) con Perro 'Robinson' como estrellita. Otros títulos canasteros son Hoop Dreams, El Sexto Hombre, Space Jam, Amor y baloncesto, Camino a la gloria, Una tribu en la cancha, Una pandilla de altura (con su secuela), etc... Y desde aquí, pido una peli de basket para Scott Speedman, protagonista de Underworld, que se recorrió Estados Unidos con su coche parando en todas las canchas que se encontraba por el camino y jugando con los habitantes del lugar. ¡Eres mi ídolo, Hombre Rápido!