jueves, 27 de septiembre de 2007

Bocas, boquitas y bocazas


"Nos ha salido el peor partido en dos años", Berni Rodríguez dixit.


"Por una canasta no vamos a ser peores que nadie", Willy, de LaSexta, dixit.


"Tenemos la mejor selección del mundo", Pepu dixit.


"Creo que el tiro tenía posibilidades", Pau dixit.


"Defendimos la última jugada contra Argentina y nos salió bien", Calderón, preguntado por qué demonios no hizo falta a Holden, dixit.


"Quiero volver a sentir en el CSKA de Moscú lo que sentí con mi selección en Madrid", Kirilenko dixit.


"No estoy para discursos", Pepe Sáez, al término de la final, dixit.


"Creo que la final de la próxima Olimpiada será España-Estados Unidos. Y estará igualada", Rolando Blackman dixit.


"Soy el único base de 1,93 que ha tenido, tiene y tendrá el baloncesto español", Montero dixit.


"Sin Pau Gasol somos mejores", Laura Villanueva dixit.


"Jugaremos la final contra Rusia, que es la única selección que puede hacernos frente", Juanma González dixit (09-09-07).


"¿Esto del Eurobasket donde se juega, en España?", Juan Carlos Villa dixit.


"Tengo que reconocer que me he enganchado al baloncesto", Alberto Cuevas, sevillista acérrimo, dixit.


"No me preocupo por nada. Cuando Gasol me pague la hipoteca, entonces me preocuparé", Luis Villanueva dixit.


"¡Eeeeeehhh! Venga niño, venga niño, venga niñoooo... ¡Tiro a tablóóóón!", Emilio José dixit.


"No sabemos jugar finales apretados", Manolo 'Tato' Núñez dixit.


"Cuando vi la cara de Gasol, me pregunté: ¿Qué le ha pasao? ¿Es que se le ha muerto alguien?", Oliva Barral dixit al poner La Sexta justo después del fallito de marras.


"Las finales tienen que jugarlas los mejores. No hay rotaciones que valgan", Manuel Ruiz Rojas dixit.


"Sergio Rodríguez se estancará si no vuelve a Europa", Pepe Laso dixit.


"La final contra Rusia me recordó la de 1973, con Brabender y Luyk", Vicente Salaner dixit.


"Uoooooo, uoooooo, uooooo", Ismael dixit.
"Echo de menos el sufrimiento que nos brindaba la selección", Paco Núñez dixit antes de la tragedia, claro está.
"Te reconozco que no he visto muchos partidos", Patricia dixit.
"Esperemos que los rusos sólo sean buenos haciendo ensaladilla", Aurora Lazo dixit.
"Kirilenko es una mezcla de Iván Drago y el de Érase Una Vez la Vida", Ismael dixit.
"¡¡Arribaaaaa!! ¡¡Arribaaaa!! ¡¡Arribaaaa!! ¡¡Arribaaaa!!", Suso dixit.
Me detengo sobre todo en la frasecita de Montero. Como podéis comprobar en la imagen, este hombre tiene pinta de no haber superado todavía el tapón de Vrankovic (que, por cierto, estaba en Madrid). Y es que, ¿cuánta gente le habrá echado en cara que tenía que haberla metido para abajo? En fin, tenía que reivindicarse el hombre ante un aficionado jaranero como yo, que le dijo: "Fuiste el primer base alto de la historia del basket hispano". Y él me corrigió, claro: "Y el único". Toma ya... Y, ahora que lo pienso, con esa altura bien podía haber machacado aquella canasta, ¿no?

jueves, 20 de septiembre de 2007

Congelar el instante


En ocasiones, nuestra mente desea vivir y revivir momentos tan felices que deberían quedarse para siempre en un marco dentro de la pared del cerebro. Otras veces, hubieras deseado congelar el instante de un hecho eternamente para no tener que presenciar las consecuencias o, simplemente, el fatídico desenlace.


Me he quedado patidifuso hoy, cuando entro en marca.com, como todos los días, hurgo un poco en las fotos oficiales del Eurobasket 2007... Y me encuentro con esto. La congelación de un segundo maldito para el que no estábamos preparados y la prueba inequívoca de que 'Paco was here'. Sï, amigos, después de muchos dimes y diretes y comeduras de coco, después de haber estado en Madrid una semana y haber visto sólo las semis en Santiponce, algo en mi interior me dictaminó que tenía que regresar para vivir un hecho histórico. Sí, lo fue. Pero de la historia negra de nuestro baloncesto, como la canasta de Christian Welp en 1993; el triple fallado por Margall ante Australia en los cuartos de final de Seúl 88; el tirito de tres que se cascó Mike Smith (que no tocó ni aro) ante sí, sí... ¡Rusia! en el Eurobasket de Barcelona 97; la oportunidad perdida en Atenas 2004 por culpa de Mario Pesquera al sentar siete minutos a Garbajosa en el último cuarto y olvidarse de Yebra e Iturbe; el fallo de Calderón en el último segundo ante Alemania en las semis de hace dos años en Belgrado... Demasiados antecedentes de mal agüero.


Como iba diciendo, allá que nos fuimos Laura y yo en el AVE de las 18:00 horas a vivir un domingo de gloria bendita. Si ganaba España, pasaríamos la noche en vela más llevadera de la historia, ya que no podíamos presentarnos en casa de mi amigo Juanma a las tres de la mañana tras las celebraciones que nunca existieron. Y cogíamos el AVE de vuelta a las 6:30 horas y, a las 9:30... ¡A currar de vuelta de vacaciones, nada más y nada menos!


En cuanto llegamos a Atocha (20:25 horas), se palpaba el ambiente de las grandes citas: el gentío, ataviado de rojo pasión, se revolvía en las estaciones de metro con dos únicos destinos: el Palacio y Plaza Colón. Me llegaron a ofrecer dos entradas para la final por 600 euros, pero ya me había gastado 500 en los dos abonos anteriores más la comida en Madrid, etc, etc... Así que decidimos ir directamente al epicentro de la fiesta.


Cogimos un sitio magnífico (como se puede apreciar en la foto) y comulgamos con una afición más entregada allí que en el Palacio, por lo que pude comprobar luego en el vídeo. No faltaban los litros de alcohol corriendo por las venas de la muchachada. "¡¡Animad, coñoooo!! ¡Viva Españaaaaaaa!", gritaba un chaval gallego que llevaba once cubatas pal cuerpo. "¡Hazme una foto, una fotoooo, fotógrafo hijo de puta!", gritaba un grupito de niñas enloquecidas y maleducadas por la presencia de los medios, importándoles un pimiento que el globo de la EÑE se estuviera pinchando poquito a poco.


Pasaban los minutos y la gente se agolpaba en torno a un escenario más propio de un concierto de Hombres G que de un equipo que estaba dando un recital de rock duro en la cancha. Bebíamos agua, nos abrazábamos, me comía las uñas, me sentía presa por momentos de algún objetivo ávido de captar el drama, soportaba los gritos inhumanos en mi oído de algún madrileño bestiajo... No paraba de pensar: "¡Qué suerte hemos tenido! ¡Qué buen sitio hemos cogido para vivir una celebración inolvidable!".


Ése fue mi error y el de toda España. En mi caso, creía ciegamente que íbamos a ganar contra viento y marea por el carácter ganador del grupo en momentos difíciles. Pero Gasol perdió el balón decisivo, Berni no salió a marcar a Holden, Calderón cayó en la finta y el churro se convirtió en porra. Y llegamos al momento de la foto. He visto una instantánea que recoge el momento en el que el balón estaba dentro del aro. He soñado que grito, pero de alegría, porque el cuero traspasa la red. He visualizado que tocamos a los héroes desde nuestra posición privilegiada y cantábamos juntos el himno de Queen...


Lástima que Laura no salga en la foto. Su imagen también era la de la tragedia, llevándose las manos a la cara. Tras un prolongado silencio, los jóvenes comenzaron a irse del lugar. El animador reconoció que los jugadores no iban a ir a la Plaza Colón y los que veníamos de fuera esa noche sentimos que habíamos tirado nuestro tiempo y nuestro dinero. Pero, ¿y si la pelotita hubiera entrado? Había que apostar por estos chicos después de tantos años de quedarnos en la fase plataforma del orgasmo.


Eran las 0:00 horas y la parte buena era que podíamos irnos a casa de Juanma a dormir unas horas antes del lánguido regreso a casa. Estoy deseando que llegue la Olimpiada para quitarme este partido-pesadilla de la cabeza. Lo mejor será echar una pachanga esta noche con los zombies de Santiponce.

lunes, 17 de septiembre de 2007

El tiro de la verdad


En muchas ocasiones he sentido la adrenalina del tiro de la verdad (para Lolo, el triple). Ajustas la concentración, haces un bloqueo, pides el balón, lo botas un poco y se te abren varias opciones de repente: "Penetrar y hacer una bandeja; penetrar y tirar un lanzamiento a tres metros en suspensión; driblar y lanzar de tres; driblar, atraer a dos defensores y doblarla a un compañero en el último segundo...". Y tienes que tomar una determinación a velocidad de vértigo. Unas veces sale bien y otras no tan bien.


Cuando la metes y llegas a 20 puntos (o a 40 o a 60 o a 120) en una pachanga en el San Pablo, el subidón es curioso. La satisfacción del logro en equipo y de sentirte importante, respetado, dentro de un grupo. La alegría del trabajo bien hecho con las palmaditas de los amigos como premio incomparable. Cuando la fallas, piensas que, al fin y a al cabo, has hecho un poco de deporte, has departido con los colegas y luego te has tomado un Sandevid la mar de a gusto.


Más o menos eso se le pasó por la cabeza a Pau ayer por la noche. Muchos caminos, una decisión a 120 pulsaciones por minuto. Y con la responsabilidad de quedar bien ante todo el continente, ante una afición convenida y poco pasional que siempre será mejor que esos advenedizos con gafas de sol que no son bienvenidos en el deporte de la canasta, por mucho que José Luis Sáez se empeñe.


El baloncesto se mama en la calle, en las canchas de albero y red rota. En un polideportivo renqueante de Villanueva de la Serena y en las pistas 'underground' de Málaga capital. En el viejo Magariños y en las canastas marciales de Torrejón de Ardoz. Y ese amor por el juego que les hizo, nos hizo, campeones del mundo está muy por encima de adláteres que no pagan un duro por sentarse en los mejores sitios y que están más preocupados por la copa del descanso que por los tiros libres que esta fallando España, clave en nuestra derrota de ayer.


Ayer... El pasado hoy está muy presente. Nunca había visto un partido (y habré visto miles de encuentros en mi vida) en el que toda la enjundia quedara tan fuertemente plasmada. La miel del tiro que entra llorando y la dura hiel, la corona de espinos del lanzamiento que se sale de dentro. Y todo en 10 segundos. Los rusos no tenían nada que perder y por eso afrontaron los últimos minutos en plan kamikaze. Los españoles llevaban semanas con el oro colgado del cuello por culpa de ese maldito entramado de marketing (prensa, ojeadores, asesores, publicistas, patrocinadores, compromisos sociales, intereses políticos y demás paparruchas que no tienen nada que ver con el juego) que se han empeñado en crear alrededor de una piña de gente sencilla.


No quiero que la sofisticación de la Fórmula 1 ni del tenis llegue al baloncesto. No quiero almodóvares ni gente guapa en mi deporte. Eso queda muy bien en los boxes de Ferrari y McLaren, para hacer más llevadera la monotonía de las carreras (por algo dejé de jugar al Scalextric). Los periodistas también tenemos culpa de esta plata quemada. Y, sobre todo, los idiotas que rigen los grandes medios de comunicación. ¿A qué alto ejecutivo (o no tan alto) se le ocurrió que Mariano Rajoy debería de escribir de basket? ¿Quién es el lumbreras que le propuso a Felipe que escribiera un diario en MARCA, como si fuera Espido Freire? ¿Y a Calderón en EL MUNDO? ¿Y a Cabezas en LA OPINIÓN DE MÁLAGA? ¿Y los mensajitos de móvil de Berni y Mumbrú? ¿Y el rodaje de tantos anuncios? ¿Y las visitas a los enfermos? ¿Y las entrevistas diarias del cansino Montes a Pau a la hora de la siestas, cuando todos sus compañeros ya descansaban? ¿Y las atenciones continuas a los fans que siempre pululaban por el hotel, día tras día? Fotito, autógrafo, palmaditas... Vamos, la primera parte de Rocky III. La pérdida del ojo del tigre ante tanto papel de celofán y vaselina.


Si los hubiéramos aislado de ese entorno tan dañino que yo viví muy de cerca durante nueve días, las meigas habrían dictaminado que el baloncito pegase tres botecitos en el aro y acabara entrando. Porque los horarios han sido de locos (jugar todos los días a las 21:30 horas por culpa de cierto payaso que dirige cierta televisión) y algunos jugadores han tenido insomnio durante todo el torneo. Por un lado, me ha gustado que La Sexta retransmita todo el Eurobasket. Lo que ya me gusta menos es ese autobombo insoportable. A partir de ahora, la llamaré 'La Secta'.


Y el buen rollo entre jugadores y cuerpo técnico está bien... Pero hasta cierto punto. Cuando un entrenador tiene que sentar a un NBA, pues lo sienta. No pasa nada. Era curioso ver ayer a un técnico y a otro. Mientras Pepu hacía de hermanita de la caridad con su principal estrella, Blatt le metía un broncazo en la oreja al americano que juega con Rusia. Sí, sí, el mismo que metió el tirito a lo 'Tim Hardaway' que no olvidaremos nunca.


La importancia del tiro de la verdad. El horror. El miedo. La injusticia. La temeridad. La ansiedad. Los complejos. El temblor de piernas... Para hacer un buen papel en la próxima Olimpiada, España tiene que volver a los orígenes, alejarse del glamour de los focos y las canchas de charol con butacones de discoteca de lujo para regresar al cemento, a los aros deformados y al espíritu burlón, morboso, del juego en sí mismo.


jueves, 6 de septiembre de 2007

Viviendo la magia del Eurobasket 2007


Echaba de menos el sufrimiento que nos deparaba nuestra selección en los últimos 20 años... Hasta ayer. El ambientazo en el San Pablo era brutal, un cúmulo de sensaciones que corrían desde la belleza serena de las letonas que me rodeaban en el fondo norte (algunas acompañadas de bebedores de vodka profesionales) hasta la visión real de ese 'Mini Yo' que es Andrés Montes.


La derrota ante Croacia hay que entenderla como un toque de atención. Viene bien para bajarle los humos al departamento de márketing, que quiere exprimir la tontería de la ÑBA -en conciliábulo con el Marca- hasta límites insospechados. Nada de 'Eñemanía'. Somos la selección española y, como tal, en nuestro DNI va forjado el sufrimiento, auqnue sea de vez en cuando. Demasiadas canastas falladas debajo del aro, demasiados triples errados, malas elecciones de Pau, cabezonería de Pepu con las variantes de defensa en zona...


Hubo falta a Rudy en el último segundo (lo vi bastante cerca, porque España atacó en nuestro fondo en toda la segunda parte), pero ya no importa. La primera derrota en dos años debe servir para salir en el próximo encuentro con el cuchillo entre los dientes, sea quien sea el rival. Han sido tres días de locura maravillosa. He cumplido el sueño de ver en vivo a España en un torneo internacional, pero esto no termina aquí. Esta tarde cojo el AVE pa Madrid para empaparme de octavos de final. Tres partidos al día, desde las cuatro de la tarde hasta las doce de la noche. Y espero volver embriagado de gloria...