martes, 22 de abril de 2008

La leyenda de los indomables


Indomables ante la adversidad e inasequibles al desaliento, Antonio Morón, Eric Sánchez, Ugona Onyekwe, Bennerman, Antonio Bustamante, Darius Silinski y Souleyman Drame firmaron una de esas estampas heroicas que se quedan en el corazón de los espectadores para siempre. Siete contra doce. Defensa férrea. Ningún eliminado por cinco faltas. No hay palabras para describir la belleza de la tragedia, la estética de las magulladuras del alma y la inmensa moraleja para las generaciones venideras: en la vida, queridos niños, hay que crecerse ante los obstáculos surrealistas que te impone el devenir de la existencia, el destino y Dios. El triple de Ferrer en el último segundo de la prórroga llegó como un rayo fulminante que, lejos de apagar la llama de la ilusión en Huelva, la renueva con mayor brío.

Todos los astros juntos (y algún que otro incompetente) han querido que un club señero de la tercera mejor liga del mundo esté en situación de quiebra técnica y ninguno de los poderes fácticos de la ciudad (o de fuera) quiere dar un paso adelante para redimir la situación. Para el que no esté familiarizado con el impago de nóminas, para todo aquel que el día 29 de cada mes tiene su dinero en la cuenta religiosamente, voy a explicar cuáles son los síntomas de la enfermedad con la que Morón, Silinski, Sánchez (qué jugador más grande) y compañía tuvieron que afrontar el derbi en el Samuel Aguilar: indiferencia, soledad, angustia, ansiedad, reírse por no llorar, discusiones con la pareja, planteamientos de futuro, insomnio... Y una gran camaradería entre los que se resisten a abandonar un Titanic que hace aguas por los cuatro costados.

Estos luchadores de sumo coraje que hicieron vibrar el sábado a toda Andalucía con una entrega inusitada se merecen que el próximo viernes, en el partido ante el Melilla, toda Huelva le brinde una ovación digna de La Scala de Milán, como si, por un día, estuviéramos en Anfield Road. Deberíamos hacerles un pasillo en la entrada del Palacio de los Deportes y tirarles pétalos de rosa, cual César llegando a Roma. En unos tiempos en los que la mayor preocupación de los onubenses es la salvación del Decano del fútbol español, conviene recordar a este grupo de hombres, a estos siete del patíbulo que han dado, dan y darán lo mejor de sí mismos sólo por dignidad y, como diría Pepu, p-r-o-f-e-s-i-o-n-a-l-i-d-a-d, sin olvidar a ese abnegado entrenador llamado Pepe Rodríguez, que ha aguantado carros, carretas, charrés y demás ruedas de molino durante una temporada que ha hecho 'crack' en la bolsa del baloncesto de la vieja Onuba.

Con personas comprometidas como Perico Zalvide, el 'Monchi' del baloncesto LEB, o el añorado Benjamín Naranjo (gran persona, gran profesional, un ejemplo de honestidad, integridad y cordura en tiempos revueltos), que le roba tiempo al día para pensar en posibles soluciones, o la propia Lola Daza y todos aquellos que crearon y forman parte actualmente de la Asociación de Amigos del Baloncesto, existe todavía un hálito de esperanza.

De todas formas, gracias a los siete gladiadores que dieron ejemplo de virtud el sábado en Los Barrios. Os ganásteis el respeto de la España baloncestística y la admiración de nuevos seguidores que, gracias al recital de pasión desbordada de esa mañana inolvidable, le pegarán la patada al balón de fútbol y empezarán a buscar la canasta más cercana.