domingo, 20 de septiembre de 2009

La vida es maravillosa


Con la frase de un crepuscular Andrés Montes, que ha anunciado su sorprendente adiós de laSexta en el último momento de una retransmisión para la historia, podemos definir el estado actual de las cosas. La vida es maravillosa, porque la luz cegadora del trabajo incesante en equipo, eso que tantos y tantos directores generales quieren que ocurra en sus respectivas empresas para hacer caja compulsivamente, ha parido el primer oro europeo de esta generación de sonrisas, manos grandes, enormes corazones, dientes apretados y acogedora de una lluvia de metales que no cesa.

La vida es maravillosa, porque los hermanos se han guiñado el ojo, se han atusado la barba y han dicho que no con la cabeza a los púberes serbios: HOY NO EXISTEN LOS REBOTES OFENSIVOS. Hoy, por ayer, existen los mates estratosféricos firmados por jugadores NBA; existen los tapones elocuentes que dictan sentencia; y existe la defensa con mayúsculas. Ayuda, ayuda, ayuda y el balón serbio circula por fuera de la línea de 6,25 con impotencia, como en un baloncesto de otro tiempo en el que los rivales de Estados Unidos o la URSS no podían siquiera pisar la pintura sin llevarse un gorrazo de ponte bien y no te menees.

La vida es maravillosa porque los jóvenes han dado un paso al frente y han demostrado una fortaleza mental insuperable, impropia de sus edades. Hablamos de la madurez de Ricky Rubio, que ha sabido sobreponerse a todo el culebrón veraniego (muchos chavales de 18 años hubiesen corrido a las faldas de su madre y hubiesen dejado la concentración) para transformarse desde los cuartos de final en una especie de langosta gigante, capaz de picar a los bases más laureados, saltando de rival en rival con la fuerza de sus largos brazos, asegurando un nivel defensivo que sólo Lucio Angulo ha dado en la historia de la selección. Y Sergio Llull, imperial en su complexión física y deslumbrante en la manera de gestionar la puya que recibió de Marc Gasol, un muro casi siempre infranqueable en defensa que quizá pudo atinar algo más en ataque. "No ha pasado nada. Ya está todo olvidado", dijo en su blog. Me gustaría saber qué hubieran hecho un Sergio Ramos de la vida, un Marchena o un Güiza ante una situación similar. Se hubiese montado la de Dios es Cristo con toda seguridad.

La selección apagó el fuego dialéctico y encendió el del juego sin cuartel, el 'run and bang' que practica Mike D'Antoni en los Knicks, pero mucho mejor, con mimbres más duros y efectivos. Se ha criticado mucho a los bases en este campeonato, pero, al final, Raúl López y Carlos Cabezas han rendido de manera espléndida en los partidos que importan, anotando, jugando con el 'tempo' del partido y alimentando a los hombres grandes de este grupo humano.

Y la vida es maravillosa cuando las bombas caen del cielo para traspasar el aro dulcemente. El capitán Juan Carlos Navarro ha completado una serie monumental de cuatro partidos seguidos ejerciendo de taladradora sin piedad. Como siempre, los críticos se callarán ahora para decir: "Sabíamos que 'La Bomba' rendiría en los partidos importantes". Sus ojos emocionados levantando la Copa son los de toda España. Otro personaje que ha sido clave en que la vida pueda ser maravillosa hoy lunes se llama Rodolfo Fernández, más conocido por los rivales que le ven pasar como una exhalación hacia la canasta de forma imparable como Rudy, elegido en el quinteto ideal del Eurobasket.

El rostro heleno de Mumbrú también ha sido abofeteado por mucha gente. Incluso por mí mismo. Es que al principio del campeonato no daba una. Luego, como todos, se convirtió en un bicho gigante con tenazas de acero que apretó a todos los equipos nacionales que se encontraba a su paso para sacarles todas las vísceras a base de triples, rebotes en ataque y penetraciones de calidad. El efecto Garbajosa, otro extraño elemento que muchas personas dicen que no debería estar ya en esta selección, se tornó fundamental en la defensa al cuatro del rival y en alguna que otra pincelada en forma de triple (nadie tira de una forma más elegante que él) para terminar de ensanchar una ventaja determinada. Me seguiré poniendo, orgulloso, tu camiseta del Unicaja. La vida también será maravillosa cuando Víctor Claver explote de una vez como el 'superjugador' que promete ser. Tiene capacidad física, talento y voluntad de mejorar. Sólo le falta un pelín de fuerza mental, de creérselo por fin y olvidarse de la eterna comparación...

Como también terminaré por comprarme la de Felipe Reyes, un imán humano, una pantera negra que ha decidido meterse en el cuerpo de un ser humano y atrapar todo lo reboteable. Para mí, ha sido fundamental, el segundo factor más importante en la recuperación de España, en la metamorfosis de España, en el reencuentro de España con la España del glamour. Porque el primer epígrafe, el número uno de la lista de claves es, como ya sabe todo el mundo a estas alturas, Pau Gasol. El bambú dorado renació de sus cenizas para tirarse al abordaje de todos los piratas que pasaban por su zona. Inasequible al desaliento, el niño bonito de Phil Jackson decidió multiplicar por diez su rendimiento de la primera parte del torneo para metamorfosearse en el Kraken, un molusco musculoso de ocho extremidades con el poder de tirar de fuera; pasar bien; correr el contraataque; taponar y taponar sin tregua; animar a sus compañeros; meter ganchos con la derecha y con la izquierda; hacerle pequeños homenajes al ausente Calderón con alguna que otra bandejita; introducir los tiros libres... Una bestia temible que sólo se calmó cuando el medallón polaco colgaba de su cuello.

España ha sobrevivido en este intenso Eurobasket a las siete plagas: demasiados compromisos publicitarios; presión mediática; una gira leonina por los rincones de la Península; una crisis inédita de juego y de vestuario; lesiones a todo trapo; rivales con mucha hambre; y un entrenador cascarrabias. Pero ha sabido esculpir de nuevo los Diez Mandamientos baloncestísticos sobre roca y transmitirlos por todo el orbe:

1. No te vendrás abajo con las críticas.

2. Honrarás a tus antecesores (Alfonso Reyes, Nacho Rodríguez, Herreros, Fernando Martín, Corbalán...).

3. Sabrás hacer piña con tus compañeros al margen de lo que diga el entrenador.

4. Tendrás la fuerza de otro tiempo, invocarás a la Yugoeslavia de Petrovic, Kukoc y Radja y aplastarás a los rivales sin compasión.

5. Te motivarás con la música que, en contra de lo que se cree, no amansa a las fieras, sino que las despierta y las mantiene alerta hasta que se atisba a la presa en el horizonte.

6. Correrás el contraataque alegremente y sólo bajarás la presión defensiva cuando acabe el partido o vayas ganando de 50.

7. Tendrás malos pensamientos: soñarás con que ganas el oro derrotando de forma contundente a un enemigo que, anteriormente, te había faltado al respeto.

8. Tendrás malos pensamientos (II): soñarás con que ganas el oro ante el 'Dream Team' de Estados Unidos en Turquía 2010.

9. No te bastará con ser el campeón del mundo. Querrás serlo de Europa y de la Olimpiada, en Londres 2012.

10. Harás que millones de españoles se sientan orgullosos de serlo y de haber vivido, aunque haya sido por TV, la gran hazaña deportiva de 2009.

Los acólitos de esta religión nos retiramos a comulgar hasta el año que viene. Cibeles será una fiesta dentro de unas horas. Gasol dará las gracias a todos. Y alguien repetirá la palabra mágica que llevo tantos años reivindicando. Esas cuatro sílabas que me han hecho tan feliz antes, durante y después de los éxitos. Lloré en 2006, pero ahora siento una felicidad calmosa. Nos acostumbramos muy rápido a lo bueno y sabemos que llegarán tiempos peores. Pero, por ahora, vamos a seguir cuidando al bambú dorado y a regocijarnos en la victoria tras las batallas perdidas gritando a los cuatro vientos una ocurrencia que se ha convertido en leyenda: BA-LON-CES-TO.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

De magia, rutina y esperanza dorada


Tres días de competición. Tres días de sobresaltos. Tres días de palpitaciones. Algo se mueve en mi corazón. ¿El recuerdo de un pasado de basket rústico recorre mi cuerpo? No, para nada. Estoy tranquilo, dentro del nerviosismo lógico de la competición más esperada del año. Cada verano, un grupo de 12 hombres se reúne para hacer un truco de magia en cada partido, todo concentrado en dos o tres semanas, más intensas que Lolo buscando a un sexto hombre para la pachanga.


Amigos míos, tengo la certeza de que el baloncesto mágico, la belleza del contraataque bien hecho, el ataque estático en el que el balón va de lado a lado como si fuera una sinfonía de Beethoven, el puño en alto, la cara de chico malote, el guiño a una canción con significado especial que da vida en el vestuario, el ritmo de martillo pilón... Esa maravillosa rutina a la que nos tenía acostumbrados la selección española tiene que volver a pesar del malencarado Scariolo. En el paisaje del campeón del mundo hay algún que otro nubarrón, eso sí: la falta de conjunción entre las piezas; la incógnita de cómo llegará Pau Gasol a los partidos cruciales; ese extraño elemento llamado Marc, que se ha disuelto como un azucarillo en los últimos días; la lesión muscular de Rudy; el imprevisible Navarro, que casi siempre decide correctamente en los minutos calientes de partido, pero siempre al borde del abismo; la escasísima aportación de los suplentes (el perdido Mumbrú, el todavía demasiado verde Claver, el errático Cabezas, la sombra de lo que fue Raúl López, el Expediente X Garbajosa...); el abuso de los triples, las pájaras por exceso de confianza, el cansancio, la desidia, el tedio, la presión de ser favorito, el hastío de tener que ganar siempre, los compromisos publicitarios, los sistemas de Gominolo, como le llama el gran Manolo Conejo... Muchos factores que se solucionan con un solo alimento funcional, con un solo ingrediente transgénico: LA ILUSIÓN.


Vivir el torneo como si fuera la primera vez. Un concepto tan sencillo de escribir como difícil de realizar. ¿Se puede uno cansar de ganar? El Eurobasket es como una asignatura del instituto: vas pasando los parciales con más pena que gloria y el examen que bordas es el último, el que decide tu nota final, el que marca la diferencia entre el repetidor de vuelta de todo y el buen estudiante que luego se convierte en un trabajador ejemplar de alguna empresa explotadora.


¿Explota la Federación a sus jugadores? Yo, particularmente, no veo a Eslovenia haciendo tantas campañas publicitarias en medio de una concentración ni me imagino a los turcos perder el culo cada vez que un periodista se acerca para una entrevista. Vale que tienen primas millonarias, pero están ahí para jugar a basket y divertirse en la medida de lo posible. Porque si ellos se lo pasan bien y tienen la familia cerca (como procuró Pepu en su época), el baloncesto fluye mejor por sus venas. No puede ser que lleguen al calentamiento con caras largas ni que consientan que Serbia les mee en la cara sin, al menos, animarse de manera vehemente los unos a los otros.


Me quedo con el conjuro 'light' que protagonizó Pau al final del España-Gran Bretaña: "Hemos jugado mal, pero mañana vamos a hacerlo mejor, ¿vale? A partir de ahora jugaremos mucho mejor, ¿vale?". Dicho y hecho. Prórroga surrealista ante Eslovenia y solidez en los minutos que cuentan. Lo relevante es ir pasando los parciales hasta que llegue el gran examen final. A esa prueba hay que llegar bien preparado, eso sí, más mental que físicamente, porque todos están, a estas alturas de la temporada, bastante cascados y no puede ser una excusa. Creo que los ayudantes del gran capo deberían hacer una labor más psicológica con los jugones (Orenga, que se note tu experiencia y motiva mejor a los Claver, Llull, Marc y compañía).


Lo dije en 'Facebook' y lo mantengo aquí. No me bajo del tren de la ilusión por el oro hasta que no me apee la propia selección. Por ahora voy solo en el vagón de cola, pero espero llegar a la última estación el primero y, desde el andén, decirle adiós con la manita a todos los ahora descreídos que se subirán, seguro, en el último momento.